Buenos días a todos. Hoy, aunque es domingo, estoy aquí para hablar de la música clásica que se publica en este blog cada sábado: ayer tuve problemas con mi conexión a internet y no pude, por más que lo intenté, publicar este post aquí.
Para este fin de semana escogí, cuando hice, hace unos días, la lista de obras clásicas que se irían publicando en lo venidero, una obra a la que tengo mucho aprecio y que me gusta bastante. La primera vez que la escuché estaba en un examen de música en el instituto, lo recuerdo perfectamente, y el profesor dijo un título extraño y un nombre extraño, que nadie en la clase conocía, ni yo, que escuchaba música clásica. Pero más tarde me di cuenta de que este compositor era uno de mis preferidos, dentro del período romántico, y fue cuando empecé a buscar, una detrás de otra, todas sus obras. La pieza de la que hablo esta semana es un concierto para piano, en do menor, y es el segundo que escribió Sergei Rachmaninoff, de cuatro conciertos, a cada cual mejor, que tiene en todo su repertorio. Como curiosidad diré, aunque este no es el mejor momento, que el primer concierto para piano del compositor fue su primera obra, lo cual es increíble porque un concierto para piano y orquesta no lo escribe cualquiera, y menos uno con una calidad semejante.