La joya de esta semana ha llegado tarde, pero ha llegado, ya está aquí, y va a mostrar su cara oculta sin perder ya más el tiempo. Manolo García, a día de hoy, viernes –día de la joya en Gran Música–, el cantante de esta semana. Nunca el tiempo es perdido, la joya de esta semana, la canción de la metáfora. Busquen un sentido distinto en cada verso: lo encontrarán. Manolo es un experto en eso.
Nunca me gustó, nunca, pero uno se hace mayor, uno madura, uno entristece y se tiñe de canciones tristes, a no ser que regreses cada mañana –entonces, uno se tiñe de alegres canciones–. Nunca fui fan de Manolo, pero sus letras comienzan a hacer efecto en el fondo del subsuelo de mi corazón. Nunca fui partidario de su voz, pero la voz, sinceramente, a estas alturas me resbala: lo que importa es la letra. Por eso tantos que hay por ahí presumiendo de tener una gran voz –la tienen, claro que la tienen– se quedan tan cortos cuando en un escenario no saben hacer otra cosa que dejillos y bailoteos para que las titis se pongan contentas. No, lo que importa es una buena música, pero sobre todo, una buena letra. Y este es un caso de buena música y buena letra, de la mano de uno de los maestros –en la vida hubiera dicho esto, y mírenme, diciéndolo estoy y atrás no me voy a echar– de la música actual.