La joya de esta semana ha llegado tarde, pero ha llegado, ya está aquí, y va a mostrar su cara oculta sin perder ya más el tiempo. Manolo García, a día de hoy, viernes –día de la joya en Gran Música–, el cantante de esta semana. Nunca el tiempo es perdido, la joya de esta semana, la canción de la metáfora. Busquen un sentido distinto en cada verso: lo encontrarán. Manolo es un experto en eso.
Nunca me gustó, nunca, pero uno se hace mayor, uno madura, uno entristece y se tiñe de canciones tristes, a no ser que regreses cada mañana –entonces, uno se tiñe de alegres canciones–. Nunca fui fan de Manolo, pero sus letras comienzan a hacer efecto en el fondo del subsuelo de mi corazón. Nunca fui partidario de su voz, pero la voz, sinceramente, a estas alturas me resbala: lo que importa es la letra. Por eso tantos que hay por ahí presumiendo de tener una gran voz –la tienen, claro que la tienen– se quedan tan cortos cuando en un escenario no saben hacer otra cosa que dejillos y bailoteos para que las titis se pongan contentas. No, lo que importa es una buena música, pero sobre todo, una buena letra. Y este es un caso de buena música y buena letra, de la mano de uno de los maestros –en la vida hubiera dicho esto, y mírenme, diciéndolo estoy y atrás no me voy a echar– de la música actual.
Esperamos –espero– con unas ansias tremendas el nuevo disco para engancharme por completo ya a su música y a sus letras, siempre tan atractivas, siempre tan eficaces, siempre tan… preciosas –no se puede decir lo contrario. Lo son–.
Para todos los que no conozcan a Manolo García diré que ésta no la considero la mejor canción que este monstruo haya escrito, pero, como ya hice con anterioridad en otra joya, propongo una de las mejores para que el curioso –o curiosa, también las hay– que intente buscar una canción mejor quede mucho más sorprendido al descubrir las verdaderas obras de arte que este hombre ha hecho a lo largo de su vida. Os recuerdo que su carrera en solitario lleva poco tiempo viva, pues antes de ser Manolo García fue miembro de Los Burros y del Último de la Fila –¿os suena la canción Llévame esta noche a San Fernando?–.
En fin, les dejo con Manolo. Nada más que decir. No hay palabras para definir ni a la canción, ni al modo de cantar, ni al cantante en particular, ni al grupo en general, ni al letrista y compositor, ni siquiera al sonido. Nada. Sólo disfrutar de buena música, no de eso a lo que llaman por ahí buena música que consiste en tararear “atún con pan” y decir que es arte. Ni vanguardistas ni tonterías. Lo clásico es lo que vale. Y aquí tienen un clásico: Manolo García, Nunca el tiempo es perdido.
Espero que sea de vuestro agrado, y si alguien no conoce la discografía de este cantante, es muy buen momento para empezar a indagar en su búsqueda.
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