Buenas tardes, entradas en hora, lícitas para hablar de música, de sentidos, con éstos, de letras, de rimas y de opiniones. Hace ya mucho tiempo que no hablamos del apartado que asigné para los viernes en este blog, el de Joyas, que hoy retomo y, espero, hasta dentro de mucho tiempo de seguido. Para recuperar el hábito de los artículos de cada viernes sobre buenas canciones, he recogido una letra y una música que he escuchado precisamente esta tarde, de la cual tenía conocimiento por terceros, pero nunca pensé que fuese tan buena.
Nunca he sido demasiado seguidor del carnaval, esa fiesta que, como muchos, gaditanos, supongo, conocerán, consiste en pintarse las caras y disfrazarse, en salir a la calle y cantar a voz en grito a su tierra, a Cádiz, y a criticar con rimas y acompañamientos de guitarra, caja y bombo cualquier aspecto desagradable de la vida actual, de la sociedad de hoy, de la política o, por qué no, de filosofía. De esto último va la letra que he escogido, y he de decir que yo concibo el carnaval, quizá, de la manera completamente contraria a la de todo el mundo. Me explico, yo entiendo las letras de carnaval como poesía cantada, por lo que si hay algo que en un poema no me hubiese gustado, en la letra del pasodoble o cuplé, o popurrí, o presentación correspondiente tampoco me gustará. Y la letra que he traído para hoy, un pasodoble que ahora comentaré, es, bajo mi punto de vista y en cuanto a poesía y profundidad, excelente.
Su título es La muerte es una playa, supongo, porque los pasodobles de carnaval suelen llevar por nombre el primer verso, como muchos poemas del siglo de oro, los grandes sonetos de Quevedo, o los de Lope de Vega (desmayarse, atreverse, estar furioso). La agrupación a la que pertenece este pasodoble es Los comparsistas se las dan de artistas, un nombre muy irónico y con mucho que decir, y su autor es Juan Carlos Aragón, uno de los más reconocidos del carnaval de Cádiz.
Pues bien, esta letra (no podemos decir canción porque en carnaval no se cantan canciones, como muchos piensan), con mucho sentimiento y mucho trasfondo, tiene unas rimas inesperables y un mensaje tan directo, tan marcado por la música triste de las guitarras y las voces (nunca he sido tampoco partidario de este tipo de voces, pero si queremos disfrutar del carnaval hay que acostumbrarse a escucharlas), tan efectivo que no puedo evitar soltar una lágrima al terminar de escucharlo. La música, además, acompaña bastante. Personalmente, no me gustan los dejillos de mitad del pasodoble, porque es uno de los aspectos que no me gustan del carnaval, pero, no obstante, pertenecen al género, marcado ya desde hace mucho tiempo. Pero el resto de la música es preciosa, sobre todo la forma de terminar y la manera de aguantar la tensión haciendo fortes y pianos (cosa que la música de ahora, en general, no hace, lo cual me parece verdaderamente importante en este estilo). Y la letra, en fin, no hay nada que decir, es preciosa, tiene mucha tristeza pero, sin embargo, un mensaje que todo el mundo captará. Todo el mundo ha pensado alguna vez en cómo será la muerte, cuando nos llegará, y todo el mundo se ha estremecido al notar que se acercaba en cualquier momento.
Quizá los que visiten este blog no entiendan demasiado bien la pronunciación, pues el habla gaditana, lo comprendo, es un habla un poco cerrada, demasiado, cómo decir, libre. Pero es así, como tantos otros modos de hablar el español. De cualquier manera, espero que entiendan la letra aquellos que sean de fuera. Y para los que sean gaditanos y se topen con este blog, que no está especialmente dedicado a Cádiz sino a la música, espero que se sientan orgullosos de su ambiente, porque es para estarlo.
Disfruten de la joya de esta semana, y recuerden que hay muchos estilos de música, y todos ellos, si son de calidad, se pueden escuchar. Recuerden: La muerte es una playa, de Los comparsistas se las dan de artistas, comparsa de Juan Carlos Aragón del carnaval de Cádiz 2009. Candidata, al menos por mi parte, a la final.
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