Tras la polémica que surgió ante los deterioros causados a las pirámides del Tajín debido a perforaciones sobre este centro considerado patrimonio de la humanidad y que el INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia) ha dejado pasar, haciéndose de la vista gorda, y de la corrupción que se vive en el Gobierno Federal de México, el daño a este patrimonio paso, desapercibido para los más de 120.000 espectadores que se dieron cita al majestuoso evento llevado a cabo bajo el marco conmemorativo de la Cubre Tajín.
Y en México, bajo el lema “Al pueblo pan y circo”, se llevo a cabo el festival musical con gran éxito, la atmosfera se lleno con miles de gargantas coreando al unísono los temas, desde rock, pop hasta norteñas, como los son “Alarmala de tos”, “Jefe de jefes”, “¿A dónde van los muertos?, “Ojalá que llueva café”, entre otros más.
A pesar del calor los espectadores vivieron la magia y la armonía de un concierto ante semejante escenario, esta fue una cumbre llena de música y diversión, hasta se podía apreciar por el cielo a los voladores de Papantla, hasta la música estridente de Botellita de Jerez, el gobierno pretendía con esta cumbre armonizar entre lo antiguo y lo nuevo, esa unión de espacios entre lo viejo y lo nuevo. El 30% de los fondos de las entradas en dicha cumbre, están destinados para ser invertidos en la educación de niños totonacas en forma de becas. Aunque en una sociedad llena de consumismo y de querer siempre imitar a los extranjeros tratando de adquirir productos vanos, dejaban en el olvido los ofrecimientos de sesiones curativas prehispánicas, esto pues la gente estaba más preocupada por ver a su artista favorito sin importar si a la pirámide le habían arrancado un pedazo de piedra para colocar unas bonitas luces que hicieran ver a su ídolo aún más inalcanzable.
No cabe duda que los artistas de rock y pop arrasan con la mayoría de los jóvenes, pero nada en comparación con el poder de convocatoria que tuvieron Los Tigres del Norte, ellos sí que demostraron su garra, al reunir a la mayor cantidad de audiencia de todas las edades, el gobernador veracruzano estuvo presente engalanado por el evento banal, pero muy lucido.
Mucha gente se albergo en este evento para recibir la primavera con la llegada del equinoccio, en un margen donde los indígenas exhortaron a dejar esa lucha milenaria de clases que aún sufren, y que ante la apatía de los gobernantes mexicanos, no se quedaron callados para exigir la igualdad y la justicia para sus etnias, pues como ellos mismos lo expresan es tiempo de renacer.
Cientos de turistas llegaron al lugar, que a final de cuenta lo que les importaba a los gobernantes organizadores de este fandango sólo era eso, la recolección de mayor dinero posible, pues para ellos no significo encuentro y armonía, significo negocio, y lo supieron hacer a la perfección a pesar de los daños causados a las pirámides.
Las luces se han apagado, y las comunidades del Tajin siguen en camino a la armonía y en su rescate cultural.